miércoles, 8 de febrero de 2012

Odio.

Es una mala costumbre escribir solamente acerca de todo lo que nos agrada... ¿No será más útil hacerle saber a la gente lo que detestamos? Veamos, a mí me encantan los espaguetis y detesto la verdura. Si voy a casa de una amiga a comer, prefiero que no me ponga verdura, a que me ponga espaguetis en especial, es decir, prefiero que sepa que odio esa comida verde que parece de conejo a que adoro la pasta.
Por ello, he querido innovar y en vez de escribir todo lo súpermegachachipiruleta, voy a hacerlo sobre la parte oscura de nosotros mismos... Sobre todo lo que nos disgusta (en este caso a mí)

Odio los números. Sí, los odio. Son tan mecánicos, tan iguales... tan aburridos, pero a la vez infinitamente tan combinables y diferentes...! Las letras sin embargo, pueden decir mucho de una persona... cada uno tiene su forma de escribir, sus propios carácteres.. Los números no: 1 2 3 4 5 6 7 8 9 0, invariables completamente. Y ya ni te cuento, cuando los mezclamos con símbolos y letras del abecedario griego. Sí, definitivamente odio los números.

Odio los tirantes de silicona de los sujetadores. Es más, odio que las chicas se los pongan para enseñarlos... No entiendo como no se percatan de que son sumamente antiestéticos. ¡Y no hablemos de las que se lo colocan en la espalda justo por debajo del cuello! Genial la moda de llevar las tetas como colgantes sí.

Odio el maquillaje. Sí, seré una hipócrita y todo lo que queráis ya que lógicamente también me maquillo. Ahí está el problema... hay que aprender a diferenciar entre ''maquillar'' y ''pasar la brocha''. Es horrible acercarte a una chica joven y comprobar como una masa de pintura le cubre el rostro. Una vez me dijeron que ''el maquillaje estaba para eso, para enseñarlo''.  ¿Para enseñarlo? ¿PARA ENSEÑARLO? No comments. Pues eso... una chica es bonita cuando los demás la aprencian tal y como es.

Odio el tabaco. Puede conmigo, sí... Es algo repugnante. No se merece ni que siga escribiendo.

Odio los machistas. Los que se creen más listos que nadie, que el deporte es cosa de hombres y que las mujeres tenemos que hacer todas las tareas de casa. WTF? Ding dong!! Despiertaa!! Vivimos en el Siglo XXI !! Un pedazo copón en la nuca y se les quitaba la tontería.

Odio las ''mentes ultraliberales''. ''Todos con todos, tú con mi chico, yo con tu gato, ella con mi abuela, tu primo con mi hermano  mientras se coloca con pegamento y a la semana nos los intercambiamos porque somos el futuro, y el futuro tiene que ser liberal, sin orden, nosotros mandamos en nuestro propio cuerpo y con él hago lo que me da la gana'' ¿En serio creéis que la sociedad iba a funcionar así? No critico ni mucho menos la libertad de uno mismo, pero de ahí a innalar cristal en polvo hay un pasico grande no?

Odio la política. No se estudia la mejora del país, sino la manera de joder al otro partido político. Vamos a ver, ¿no conocemos la palabra ''cooperar''? En fin.

Odio no tener razón. Es cierto, a veces tenemos una discusión con alguien y llevamos al límite nuestra opinión hasta que nos damos cuenta de que sí, de que estamos equivocados. Agg. Odio reconocer que no tengo razón, aunque lo haga, no lo aguanto.

Odio las sonrisas hacia afuera, las que por dentro no lo son. Sé como se siente cuando en tu boca colocas esa sonrisa... Y no, no es agradable saber que los demás se están divirtiendo y tú estás llorando sin que nadie lo note, sin que nadie se percate de que tras esa sonrisa sólo hay lágrimas. Odio tener que sonreir así.

Odio la gente que se cree graciosa. Esos que hacen un comentario, se ríen, miran a todos los de alrededor para ver si se están riendo con él y a ti solamente te dan ganas de decir: ''chato, tienes la gracia en el culo"

Odio las canciones tristes. Pero joder, no puedo evitar escucharlas. Aunque si sabes que lloras con la BSO de pearl harbor, ¿por qué coño le das a repetir en tu lista de reproducción una y otra vez?

Odio que me encanten tanto las cosas... ¿Por qué? Pues porque cuando me depecionan (que siempre lo hacen) me muero por dentro. Sufro. Pero no por ello dejan de gustarme.
Un ejemplo... tú.
Te he deseado, querido, amado o como quieras llamarlo, lo he hecho tanto; que ahora que me has decepcionado he decidido apuntarte en mi lista de cosas tan estúpidas como relevantes para haber pensado en ellas.

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